02 marzo 2011

La estampa infinita frente a la memoria tangible del original

El potencial multiplicable de la copia, como argumento ontológico de la era post-industrial del siglo XXI*



Contemplando el discurrir del arte de la estampa desde hace más de dos milenios, resulta evidente que lo escultórico y físico, ha cedido terreno a la intangibilidad química de las proyecciones fotográficas primero y electrónicas después. No obstante sabemos también, que a pesar del flujo de obsolescencia que se deriva de la aplicación de las tecnologías al arte, éstas, es decir, las nuevas invenciones y descubrimientos, nunca, o muy raras veces, han hecho desaparecer los precedentes.

Al igual que la escritura de caracteres no ha borrado los pictogramas ni las representaciones naturalistas, la fotografía tampoco ha sustituido a la pintura, como auguraban algunos en el siglo XIX.

Esto que no resulta tan obvio, tendría multitud de explicaciones, algunas de ellas residen en que la capacidad narrativa oral o escrita del hombre, que necesita de otras representaciones para satisfacer sus anhelos audiovisuales expande su campo y su precisión con los nuevos tiempos y las novedades visuales aportadas por la tecnología que constantemente inventamos. Simplemente esa capacidad de visionar tanto en los sueños como a través del mundo imaginativo que todos poseemos necesita del trompe l’oeuil tanto como de los lenguajes abstractos o codificados. Necesita modelos cada vez más evolucionados. Parece que ya no nos conformamos con la imagen de ventana del cuadro o la estampa, sino que necesitamos otros sistemas de visualización cada vez más sofisticados y verosímiles. Pero a pesar de su complejidad interna, nos vemos abocados a generar modelos que tienden a la discretización, es decir a la posibilidad de reducir la realidad analógica a un modus estadístico-matemático más manejable. De cualquier modo, lo cierto es que esa idea analógica y tridimensional que poseía la matriz, ha dado paso a un sistema diferente, y al que personalmente me parece más acertado llamar mapa. Mapa, tomado como un sistema de signos abstracto que representa de forma muy verosímil, algo real. Es decir un entramado de datos pequeño, que permite la reconstrucción mental de algo real mucho más grande y complejo.

Roland Barthes en su libro “La torre Eiffel” comenta lo siguiente:

La relación que une al significado con el significante, es una relación inmotivada; por ejemplo, cuando decimos buey, el sonido mismo no tiene ninguna relación analógica con lo que podemos la llamar imagen psíquica de buey. Esto es tan verdadero como que el sonido cambia de una lengua a otra. La segunda articulación, la de los fonemas, funciona mediante oposiciones cuyo número es finito y que son oposiciones binarias. Por eso decimos que nuestro lenguaje articulado es un código digital, porque funciona por dígitos, como las máquinas electrónicas. Esa doble articulación es el fundamento del lenguaje articulado.

Junto a este sistema de doble articulación que es nuestro lenguaje, existen otros sistemas de comunicación en cuyo caso la relación del significado con el significante es analógica. Es lo que ocurre por ejemplo con la fotografía (donde la relación es muy verosímil, se podría decir), con los esquemas, como los del código de circulación, y con ciertos dibujos de uso pedagógico. Por lo tanto no podemos hablar de lenguaje en el caso de un sistema de signos sin doble articulación y donde la relación significante/significado es analógica. Lo que hay que comprender es que precisamente debido a la naturaleza distinta del signo en cada uno de los dos sistemas (analógico o arbitrario), cada sistema, cada código, remite a un funcionamiento mental, a una aprehensión y a un recorte de la realidad que son diferentes.

Podríamos decir que estos dos códigos tienen una fenomenología y un modo de consumo enteramente diferentes.

Lo curioso, esta vez en la escritura como representación del lenguaje articulado, es que las primeras escrituras conocidas son pictogramáticas y por lo tanto analógicas….

La escritura aparece efectivamente como un sistema de visualización del lenguaje articulado. Sin querer entrar en el detalle de la historia de la escritura, puede resultar interesante considerar el sistema jeroglífico de los egipcios”.

Quizás después de leer esto, también alguien podría decir, con toda la razón, que la pintura, el dibujo y las artes en general se sumaron e influyeron en la creación lingüística, tanto es así que incluso cuando un matemático, un físico, un astrónomo, un ingeniero, o un arquitecto intenta describir su teoría, explicar un fenómeno o mostrar sus acotaciones, recurren a un plano, un dibujo, o una representación visual, ya que necesitan de un sistema por el que añadir datos que escenifique los conceptos allí descritos, que recree un punto de vista óptico entendible.



Kako Castro


*Abstract exclusivo del escrito para Originalidad en la cultura de la copia.

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